Monday, May 22, 2006

Ecran




Corazón, sí, es tarde; son exactamente las 11.00 p.m. y creí conveniente cerrar el círculo con este último mensaje; puedes responder o no, pero este, precisamente, es el último.

Siento mucho tener que escribir esto, siento ira por cómo termina algo que bien pudo ser inmortal. Creo que, si hubiésemos depuesto nuestro egoísmo desde el principio, todos los miedos y tribulaciones, los océanos a donde llegamos los ríos humanos, todo, sería nuestro, trabajaría a nuestro favor, siendo creación de una voluntad avatar superior a la nuestra. Sin embargo estamos aquí, sintiéndonos extraños en nuestra propia tierra.

Sé que sientes lo mismo. Puedo verte como a través de un ecran. Sentada ahí, dándote un respiro, odiándome sin razón, apasionadamente. Intuyes el final de este derrotero sin haber atisbado si quiera su profundidad; aún así, vas hacia el fondo, guiada por la certeza de tu instinto y la memoria de una dulce promesa inmortal. Y es que me conoces tan bien que sabes hallarás, al concluir la lectura, una prolongación física de mi ser o, quizá, el vano mecanismo de defensa que remontará tus recuerdos hacia los estratos más lejanos, hacia otras latitudes donde tus emociones buscarán ser una sola floración. Llama perpetua, solar y rescoldo de noches y días; compañera, el desasosiego y la fortuna. Olvidar debemos, sellar esta última puerta y dejar este cuándo y cómo, girar y no volver.

Alguien alguna vez dijo sobre sí "soy como un tango... si no se siente, es mejor no se baile". Y justamente así fue. Así es como te recuerdo; es como tú eres. El amor, si acaba, se cubrirá con la fuerza anímica del corazón y navegará, transmigrará hacia otros ámbitos, hacia otras esferas donde entregarse total e indiscriminadamente a la vida es ley. Ley de amor.
Sé que hubieras preferido no mediar, olvidar sin decir más. Ambos sabemos que las aguas vuelven a su cauce sin precisar la intervención de Dios. Pero no, era preciso dar continuidad al tiempo, crear un vehículo de integración hombre-naturaleza, eliminar las distancias.

Tomé la decisión de entregar mi tiempo a la voluntad –y en consecuencia, al amor- de la poesía, con mis canciones, con mis anhelos, con mis sueños que son los tuyos también. Me conoces bien. Conoces bien mis paisajes. Ello explica por qué, a pesar de mi crueldad, aún quieres terminar el relato. Pero en el amor, mi Amor, o das todo, o lo pierdes definitivamente. ¿Qué buscamos si nada perdemos? ¿Qué soñamos sino la bestial naturaleza del amor?

Por habitaciones y pétalos de mi Rosa
Frente al mar
A una cierta luna creciente
Encendimos un velero por el último sol extinguiéndose en el mar


Los astros derramaron licor sobre la Cúpula Oscura
Y dibujaron un Rostro en la orilla
Sin tener en cuenta el Mensaje de las tumbas
Ni los Rostros Vicarios de la sombra

Ella subió a la azotea de su casa y vio a la Aurora esperar desde siempre

Las grietas de la ciudad curándose
El tiempo detenido sobre la ventana de su alcoba
Luceros desnudos y pulsares atentos a ella
Y la pluma de un ángel de hierro en el piso

Vacía de su Seno el cosmos
Y bebe la noche por el talle

El Alba

El camino es perfecto y placentero el aroma de Dios

Curvatura de luz

Ayer, mientras hablábamos, tuve la impresión de que te encontrabas a kilómetros de distancia. Sentí que no estabas. No dejé notar mi desazón, pero en verdad entendí que la persona que estaba a mi lado, moviendo tus labios, no eras tú.

Debo terminar este mensaje antes de comprender que no podré olvidarte. Alguna vez te dije que la libertad plena es lo único humano realmente nuestro. Sólo importa nuestras voces viajando entre las aristas del cosmos, hacia las fronteras más lejanas del universo, sobre vitelas misteriosas, abrazados a la sangre con que escribo, atravesando los mares de lo eterno. Por eso mi deseo no era atar o encadenar la voluntad de alguien -hasta que la muerte nos separe- sólo por cumplir la consigna de un sagrado compromiso. Sólo una cosa: lo que el hombre no puede sostener, tampoco Dios lo hará. Tampoco el tiempo... que se empieza a desperdigar.

Quiero que leas esta canción. Es de un músico inglés llamado Nick Cave. La adaptación es mía.

YO DEJO ENTRAR EL AMOR

He buscado en los libros sagrados,
En las calles y en el vapor de tus avenidas

Intenté desentrañar
El misterio de Jesús
Y de María Magdalena…
Leí a los poetas y a los analistas,
He buscado en cada átomo de tierra
Una respuesta que se negaba a ser encontrada...

Yo la amaba entonces y supongo que la amo todavía
Suya es la cara que veo cuando el rumor del día se pone

Ella vive en mi sangre y mi piel
Su condición de animal salvaje, su pelo negro
Sus labios de invierno tan fríos como la piedra

Yo fui su hombre, su sueño hecho carne
Pero hay cosas que ni siquiera el amor permitirá

Yo retuve su mano pero no la sostengo ahora
Yo no sé porqué y no sé cómo
Pero ella no existe ahora

Esta es su mirada

La que yo más amaba

Sus ojos marrones contemplaban desde el cielo
El anillo plateado de mi cornamenta
Lucía como el sol en sus ojos
Y esta es una de mis tantas palabras
Hechas trocitos por su mano de pequeños dedos

Yo fui su hombre de corazón agitado
Y aunque he intentado abatir su fantasma
Ella se mueve a través de mí, incluso ahora
Justo ahora, que alguien me espera

Cuarto menguante