Monday, May 08, 2006

Pulsar

Las estrellas colgaban como los frutos de un gran árbol. Desde la montaña, el llanto del arcángel - aerolitos mensajeros de la decadencia y en consecuencia de un resurgimiento -, decretó su último acto. El ocaso. Evocó el equilibrio y la simetría del universo, consustanciado con todo cuanto podía sentir y animar, en comunión con las esferas, reintegrado a la esplendidez de una exacta plenitud.