Wednesday, May 10, 2006

Xanadú




Hace unos días compré una colección de videos de Olivia Newton John; la compré sin sospechar cuánto me iba a gustar; edición y fidelidad eran impecables. La selección de imágenes, la performance y el “ángel” de la diva, a pesar de haberla visto hace mucho, me parecieron nuevos, como nunca antes había visto desplazarse a ser humano sobre la faz de la tierra.

Me sorprendió gratamente, como verán, y tan emocionado me sentí que mientras miraba sus videos, no sólo se me reveló su plena belleza de diosa, sino los recuerdos de mi niñez entre los ocho o siete años de edad, cuando soñaba con conocerla.
Olivia, ahora que recuerdo, fue mi primer amor, un amor “a primera vista”; desde entonces, platónico. Soñaba cuando la escuchaba cantar, me acurrucaba bajo ese entramado; no quería saber más que de su voz y las distintas melodías que se enhebran en torno a ella. Si escuchan, sus emociones fluyen lúbricas hasta el final. Verla actuar, admirarla y no poder interactuar con ella, era -en consecuencia- realmente torturante.

No quedaba otra: hablarle u olvidarla. Obviamente, desde que la ví en La maquina del rock, se convirtió en mi ideal, en mi tipo femenino; nunca más la olvidaría. Pero el amor es un viajero del tiempo, se desplaza de punto en punto interfiriendo muchas veces con el trabajo de los dioses.

Pude haberme templado de Rafaela Carrá, pero no, Olivia venció con su sensualidad "tranki" y sus 50 kilitos de peso. A esa edad, comprendí qué significaba estar comprometido, compartir la lonchera, los dulces, llevar a mi pareja de la mano, protegerla de los mancebos que la asechaban durante la hora de recreo. Y es que en ese tiempo atisbé por obra y gracia de la divina providencia lo que era enamorarse: a los cinco tuve mi primera novia.
Olivia es el punto de quiebre, la belleza aria en su ocaso. Quiero decir, belleza pura. Una bella en el olvido, cábala de la transformación -y por qué no, degeneración- de la belleza femenina.
Quise comparar, buscar entre los heniles alguien que la iguale, pero no hallé referente alguno. Quizá Elizabeth Fraser, pero no, su belleza es de otra naturaleza; no pretendió ser bella. Después de Olivia Newton John, no he visto nada igual.

Shakira no se compara. Luce masculina. Nada menos femenino que su imagen. Al principio imitaba, sin llegar a hacerlo bien, la voz de Cranberries. En desmedro de Dolores O'Riordan, en Latinoamérica aparecieron varias que intentaron reflejar, sin originalidad, las voces de las divas jóvenes europeas, alejándose totalmente del ideal, nuestra Identidad. ¿De quién es la culpa?, ¿de ellas? No. Son los "emilios estefan" que deterioran la originalidad, la capacidad creativa del artista. Ciertamente, el moderno "Rey Midas", un héroe de incautos.
Ya tengo varios días revisando sus videos. Y no cabe la menor duda: qué preciosa es. A veces veo hilos detrás de ti, pero al final vences... Olivia, olivos para ti.