Sunday, May 07, 2006


El Karma de Vivir al Sur
Sobre Charly García y otros demonios




Me satisface escuchar a Charly García como el inquietante y díscolo compositor cargado de creatividad y de un negrísimo sentido del humor -y del amor-, siempre entregado “en cuerpo sin alma” a la música, tanto en conciertos como en la producción de sus discos; aunque, honestamente, al escucharlo esta última vez, un extraño dejillo derivado de sus arcadas, quiero decir, su quebrantada e indisciplinada melodía de voz, perturbó súbitamente la continuidad placentera que solía generar en mí su obra. Pero debo ser sincero, es sólo un mínimo detalle. Charly no es Lennon ni Ricci, mucho menos Ricky Martin, y por esta razón, sobre todo por esta última, a Charly se le perdona todo, incluso que destroce su guitarra y el escenario, o nos desgarre con sus horribles falanges y se vaya refunfuñando sin haber tocado siquiera “Parte de la religión”.

Todos queremos a Charly, de eso no hay duda. Lo consideramos -debido a su extraordinaria calidad como músico- padre del rock latinoamericano. Y no es para menos: “Charly es como Maradona” escribieron alguna vez sus coterráneos, aludiendo en esa frase el inmenso afecto que sienten por el fútbol, y por supuesto, por la música de Charly. Y pienso que tienen razón. Verlo en escena no sólo demanda seguir con inflexible atención la secuencia de sus mensajes, todo lo contrario, surge la necesidad de entrega anímica profunda (como el efecto que producía “el Diego”, es lo mismo) en el auditorio. En ese instante la esencia de cada tema lo obliga a manifestarse intensa y orgánicamente, y muchas veces eso lo lleva al límite de las expresiones. Charly posee el don de “oído absoluto”, es decir, el tipo puede escuchar el choque de un alfiler en su living y determinar la nota en la escala musical a la que pertenece; esta agudeza, en las mentes geniales, es la responsable de la excepcional habilidad de discriminación y sensibilidad a las pequeñas interferencias ambientales. Quizá por esta razón sus aficionados lo exaltan a punto de justificar sus excesos y arrebatos, con el objeto de mantener vivo el mito.

Su genio es ineluctable. Cuando apareció en escena, no sólo Argentina sino Latinoamérica entera padecían una circunstancia social política siniestra: acababa de morir (para variar) Lennon, acontecieron golpes de estado y guerras civiles, y los jóvenes, sobre todo los sudamericanos, casi habían olvidado cómo imaginar, cómo pretender la felicidad y el progreso; fue entonces que apareció Sui Géneris como una musa inspiradora, ávida de restituir la memoria y la fe en la grandeza espiritual del hombre.

Hoy, a sus casi 55 años (cumple en octubre), no ha hecho más que evolucionar -y revolucionar- en su habilidad para la música. Vivió velozmente y bajo sus propias reglas desde “Cristo Rock” (su primera obra); ello ha provocado que el ejercicio de su genio, a estas alturas, sea muchas veces inadecuado. No obstante, seguirá siendo atractivo para su público, incluso cuando intente ser repelente.

Acabo de ver un video muy especial que grafica el otro lado de su personalidad. El Charly paternal. En él presentó a su primogénito, Miguel García, y juntos cantaron al unísono “El Karma de Vivir al Sur” como nunca se había escuchado: "Migue" -como le llaman sus coterráneos- con la voz que le falta a su viejo, y Charly con su incomparable destreza en los teclados. Y dice así: “Me vas a hacer feliz / vas a mostrarme ese lado inconcluso / vas a mostrarme lo que no puede ser / Me vas a hacer reír / no voy a desistir aunque me digan que todo es tan iluso / no voy a desistir aunque me digan que ya no hay nada más / Sentir hasta resistir el karma de vivir al sur / sentir hasta resistir el karma de vivir sin luz / Yo se que un día ya no habrá perdón / yo se que un día no habrá confusión porque si confías en mí todo estará siempre / Me vas a hacer feliz / vas a matarme con tu forma de ser”

Un excelente escritor de letras y melodías de canciones, sin duda, pero –ojo- no es poeta, es más bien, narrador.

Narrador por antonomasia.